A mis alumnos...

Queridos alumnos/as:

Todo empezó hace casi dos años cuando llegué al José Iturzaeta. Ese día no sabía que los siguientes dos años iban a estar llenos de buenos momentos y que iba a conocer a un grupo de alumnos maravillosos. Me tocó elegir, y afortunadamente os elegí a vosotros.

El primer día que os vi esas caritas de inocentes supe que érais buenas personas y que íbamos a pasar un curso bastante bueno.  Los inicios nunca son fáciles pero vosotros hicisteis que todo saliera bien... muy pronto os adaptasteis a mí y yo a vosotros y se creó un vínculo especial en la clase. Siempre he dicho a vuestros padres que si las cosas han funcionado bien ha sido gracias a vosotros porque el clima que se creó en clase hizo más fácil el trabajo diario. Por eso y por muchas otras cosas tengo que daros las gracias.

Durante este tiempo nos hemos reído muchísimo, hemos llorado, hemos trabajado sin parar, hemos disfrutado, hemos jugado, nos hemos esforzado, hemos compartido secretos, nos hemos ayudado, nos hemos dado consejos, hemos cantado... pero lo importante es que lo hemos hecho juntos, como una familia.

Siempre he pensado (y ahora puedo decirlo) que hay cosas mucho más importantes que las notas y que un examen nos salga bien o mal. He intentado enseñaros Lengua, Mate, Natu, Educación Física... pero también he intentado daros consejos para la vida, enseñaros valores, respetar a todas las personas, poneros en el lugar de los compañeros, defender vuestras ideas, transmitir ilusión por lo que hacéis, resolver los problemas con el diálogo, a decir las palabras mágicas (perdón, gracias, por favor)... y lo más importante de todo... CONFIAR EN VOSOTROS MISMOS. Con haber conseguido un poquito de todo esto ya me puedo dar por satisfecho.

A los maestros nadie nos pone nota, pero vosotros y vuestras familias me la habéis puesto con vuestro cariño diario y vuestras palabras hacia mí. Me voy lleno de abrazos, de confidencias, de sonrisas, me llevo un trocito de vuestros corazones y que sepáis que en el mio ya habéis dejado una huella imborrable.

Me acuerdo ahora especialmente de una maestra que tuve justo con vuestra edad, Marisa Barrios, ella despertó en mí el deseo por aprender y por cuestionarme las cosas y quizás gracias a ella hoy estoy aquí. No espero influenciar tanto en vuestras vidas, pero sí al menos que me recordeis con cariño y como un maestro que os ayudo para ser mejores estudiantes y sobretodo, mejores personas.

Tengo mucha suerte de ser maestro, pero también es mucha responsabilidad ya que mi trabajo consiste en tocar vidas (como los médicos), en construir personas (como los arquitectos), en ser confidente (como los padres), en ayudar en los problemas personales (como los psicólogos), etc.  Y gracias a vosotros ahora soy mejor persona y mejor maestro.

Ha llegado la hora... vais bien preparados al instituto, habéis trabajado muy bien y os habéis esforzado mucho... pero sé que os va a ir muy bien porque tenéis algo que no todo el mundo puede presumir... vuestro corazón. Chicos y chicas nobles, responsables y educados, cualidades básicas para que os vaya bien en la vida y en los estudios.

Confiad en vosotros porque me habéis demostrado que valéis mucho. Sed buenos, empezad los días con una sonrisa, poned ilusión y esfuerzo para conseguir vuestros sueños.

Un trocito de mi corazón os pertenece para siempre. Hasta pronto. Os seguiré vigilando.

Aitor